TRAICIONES
Este fin de semana he estado sola. Los panolis han tenido que salir de viaje, encerrándome en una casucha vacía. Vacía y heladora, porque los muy desalmados no han tenido el detalle ni de dejar la calefacción encendida. De juzgado de guardia.
La verdad: me he aburrido. He arañado el sofá, volcado el cuenco del agua y cosas así, pero poco más. Pequeñas vengazas que me gusta tomarme de vez en cuando, nada irreparable.
Entre tú y yo, el recuerdo de mi paso por la calle sigue presente, y, sincerándome, el ver pasar las horas sin que volviesen me hizo revivir antiguos abandonos. Total, una tontería, porque, obviamente, iban a regresar, pero qué quieres que te diga, lo que es, es.
Lo que sí me ha encabritado es enterarme de que, durante el viaje, el calvo estuvo a punto de traerse una gata algo más pequeña que yo. Que se la ofrecieron y todo, y el muy ladino se lo llegó a pensar seriamente. Que si qué bonita era, que qué pelo tan divino, que qué simpática. La muy imbécil, hasta le ronroneaba, sin conocerlo de nada. Tú dirás dónde está su dignidad. Vomitivo, en una palabra.
No me voy a hacer demasiada mala sangre porque, al fin y al cabo, la cosa no ha cuajado, pero este ataque a mi exclusividad me ha tocado, lo reconozco. Ésta es mi casa. Mi casa. Y si me llegan a enchufar a la intrusa, lo tengo clarísimo: la hago trizas. Hasta ahí podíamos llegar.
Ya te digo que, a veces, esta gente sigue sin saber con quién se juega los cuartos.
La verdad: me he aburrido. He arañado el sofá, volcado el cuenco del agua y cosas así, pero poco más. Pequeñas vengazas que me gusta tomarme de vez en cuando, nada irreparable.
Entre tú y yo, el recuerdo de mi paso por la calle sigue presente, y, sincerándome, el ver pasar las horas sin que volviesen me hizo revivir antiguos abandonos. Total, una tontería, porque, obviamente, iban a regresar, pero qué quieres que te diga, lo que es, es.
Lo que sí me ha encabritado es enterarme de que, durante el viaje, el calvo estuvo a punto de traerse una gata algo más pequeña que yo. Que se la ofrecieron y todo, y el muy ladino se lo llegó a pensar seriamente. Que si qué bonita era, que qué pelo tan divino, que qué simpática. La muy imbécil, hasta le ronroneaba, sin conocerlo de nada. Tú dirás dónde está su dignidad. Vomitivo, en una palabra.
No me voy a hacer demasiada mala sangre porque, al fin y al cabo, la cosa no ha cuajado, pero este ataque a mi exclusividad me ha tocado, lo reconozco. Ésta es mi casa. Mi casa. Y si me llegan a enchufar a la intrusa, lo tengo clarísimo: la hago trizas. Hasta ahí podíamos llegar.
Ya te digo que, a veces, esta gente sigue sin saber con quién se juega los cuartos.
Etiquetas: esencias
6 comentarios:
La otra gata era rubia, como yo. Pero en esta casa sólo hay sitio una gata y una rubia, así que ahí se quedó.
Me gusta tu solidaridad para conmigo. Trataré de recordarla la próxima vez que me apetezca arañarte...
que vengativa que eres!!! La verdad no me extraña que al calvo se le pasara por la cabeza buscarte una sustituta.... con tanta soberbia y tanto ego que tienes. A ver si de vez en cuando damos algo y que no todo sea mi casa, mi sofa mi mi mi mi mi yo misma conmigo.
De vengativa nada. Simplemente, que ésta es mi casa y éste es mi sitio. He tardado meses en hacerme a ella, así que no voy a dejar que cualquier indocumentada venga a quitármela. Así de sencillo.
Lamidos.
Mina.
Guapetona, tú támbién eres una indocumentada, que aún no te hemos hecho el pasaporte.
Te equivocas ricura. Mi cartilla sanitaria sirve como pasaporte. A ver si leemos lo que tenemos delante.
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