AUSENCIAS
Esta noche estamos el calvo y yo solos. La rubia se ha ido de jarana con unas amigas. Para recordar viejos tiempos, seguro. Cosas de protocuarentonas.
El calvo es que es bastante Adán. Es irse la rubia, y ya está cenando porquerías en el sofá. Le ha dado por hacer cuscús -precocinado, no vayas a pensar-. Como se lo come en plan romano, medio tumbado, luego se quedan los cojines llenos de migas. Y adivina a quién se le acaban enredando en el pelo.
Siguiendo con la comida, a mí me han cambiado el pienso, no sé si lo he mencionado. Parece ser que cuando te esterilizan, te da por cebarte y te pones como un globo. Eso dicen los panolis. Piensa el ladrón que todos son de su condición.
Ya me ves a mí, que apenas hago dos kilos y medio, toda esbeltez. Ochenta y siete pesa el calvo. Que ya, más que pesar, gravita.
Y no me extraña. Como te digo, más que comer, engulle. No se va a poner el señorito a hacerse un buen filete, unas buenas lentejas. No. Guarradas de supermercado, de ésas que van envueltas en plásticos de colores.
Eso sí, como te digo una cosa, te digo la otra: ahora, con el barrigón que ha echado, se ha vuelto comodísimo. En su regazo me echo unas siestas que ríete de los colchones ésos que anuncian por la tele.
Etiquetas: circunstancias
2 comentarios:
Para tu información, estoy más cerca de los 30 que de los 40, bonita.
El día que vea tu DNI podré certificarlo.
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