viernes, 23 de enero de 2009

VISIONES


El calvo lleva ya unos cuantos meses que duerme como el culo, no sé si lo he comentado alguna vez. Es que a veces me repito, soy consciente: falta de atención, ya me lo decía mi madre.

Pues eso, que apenas pega ojo. Se acuesta y se pasa las horas dando vueltas, con lo que tampoco deja dormir a la rubia, que, con el humor que se gasta, acaba montándole un pollo que te cagas. A veces, por probar -y por evitar broncas-, el calvo se queda toda la noche en el sofá, a ver si el cambio de escenario ayuda. Pero quia: más de lo mismo.

En el sofá, se tapa con un par de mantuchas, acurrucado en posición fetal. Yo, que no es por decirlo, pero estoy a la que salta, aprovecho y me tumbo encima, porque, como sabes, sus lorzas lo hacen confortabilísimo. Al final, mal que bien, se duerme, y ahí empieza lo peor.

El poco rato que logra dormir, el calvo se lo pasa soñando. Unos sueños delirantes, que conozco porque, por las mañanas, se los cuenta compulsivamente a la rubia. Sueña, por ejemplo, con la primera vez que una niña le dio calabazas, cuando tenía trece años. Fue el primero de su ya legendaria serie de fracasos vitales, sin viso alguno de terminar en un futuro próximo. Según comenta, por las noches se le aparece la niña, E. -pongo sólo la inicial por si las demandas: no soy gilipollas-, diciéndole que lo suyo es imposible, que son demasiado jóvenes. Que si tuvieran ya los catorce, otro gallo cantara. El calvo se pasó ese año de hormonas encabritadas contando los días. Cuando por fin llegó la fecha prometida, la muy ladina volvió a obviarlo, esta vez sin molestarse en dar razón alguna.

Se despierta gimoteando, entre sudores.

Esta mañana, sin ir más lejos, mientras desayunaba, ha contado cómo anoche soñó que se presentaba desnudo al último examen de la carrera. Entraba en el aula en pelotas, llevando sólo el DNI en una mano y un boli en la otra. Luego, incapaz de contestar una sola pregunta, dejaba la hoja en blanco y se iba corriendo, entre las risas de sus compañeros.

A veces me pregunto si estoy en buenas manos.

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2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Por una vez en la vida, tienes razón. Así no hay quien duerma!.

1 de febrero de 2009, 18:14  
Blogger MINA ha dicho...

Yo, sin embargo, descanso a la perfección: la indiferencia, qué gran somnífero.

2 de febrero de 2009, 16:24  

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