miércoles, 11 de marzo de 2009

COTAS


Lo afronto: soy baja. De poca estatura, vamos. A medida que me aproximo a mi primer año, voy dándome cuenta de que el crecimiento pasó a la historia. Me comparo con otros gatos que veo por la ventana, y la evidencia canta. Respecto a los machos, pierdo por más de una cabeza. A las hembras, a algunas más o menos las igualo, pero sin destacar nunca.

Puede que sea cosa de la raza, o vete a saber. El calvo se lo ha llegado a comentar a la veterinaria, temeroso quizá de tener una gata subdesarrollada. Y no: mi altura -escasa o no- es completamente normal. Pues bueno.

La verdad, asumiendo lo inevitable, prefiero esto a lo contrario: me dan repelús los gatos enormes. Parecen perros.

Etiquetas: